MARATON POR NAIARA Y LA #HEMIPARESIA INFANTIL (sí, se puede)

Jorge Agusti Sanchez,


David, el papá de la pequeña Naiara, nos cuenta en esta crónica su experiencia en la Maratón de Sevilla que, en sus propias palabras corrió por Naiara y por todos los #hemihéroes que nos enseñan cada día lo que es la superación.

Si queréis uniros a los #HemiRetos y al equipo de #Hemirunners que está formando David, tenéis más información aquí.

Esta es su emocionante crónica:


19/02/2017, 00:30am, madrugada del sábado al domingo … faltan 8 horas para tomar la salida de mi primer maratón, el Zúrich Maratón Sevilla 2017, y estoy tumbado en la cama, con Naiara y Bárbara durmiendo a mi lado: un cocktail de nervios, pensamientos, ganas e ilusión hacen imposible conciliar el sueño.

Justo esta semana se cumplía un año de la noticia que cambió nuestra vida, la hemiparesia de Naiara, nuestra HemiHeroe, y pienso en los motivos por los qué empecé todo esto, de las carreras con la manopla de Hemiweb puesta.

Después de que nos explicaran todo sobre la hemiparesia, sabíamos que a Naiara le quedaba un largo camino de esfuerzo y superación para sacarle el máximo partido a su lado derecho del cuerpo, su lado hemi, por lo que me propuse enseñarle a ella desde ya (y quizás a mí mismo y los que me rodean) que con esfuerzo y constancia todo se puede, como con la hemiparesia.

Para ello me marqué una meta a través del deporte, conseguir completar una carrera de 42km, un maratón, y a la vez difundir información sobre la hemiparesia en las carreras que voy haciendo, por Naiara y por todos los niños que conviven a diario con cualquier tipo de discapacidad.

Consigo dormirme sobre la 01:30h de la madrugada después de leer en el móvil varios mensajes de ánimo que algunos me escribisteis y a las 06:00am me despierto, media hora antes de que suene el despertador, habiendo dormido poco más de 4 horas, pero me siento lleno de energía para afrontar este "HemiReto" que con tanto esfuerzo he preparado durante meses.

En ese momento me acuerdo de tantos madrugones con Alberto Casas, mi compañero de fatigas (los domingos a las 7:30am), y los entrenamientos a deshora para no quitarle tiempo a mi verdadera pasión, mi familia; así que me aseo, me visto y me pongo el dorsal de la carrera, aunque los nervios siguen conmigo.

Salgo del hostal hacía la estación de Santa Justa, donde a las 07:20am cojo el cercanías en dirección al Estadio Olímpico de la Cartuja; aún queda una hora, sentado en un tren lleno de maratonianos que cuentan sus anécdotas de otros maratones mientras bebo café para entrar en calor y sigo con mis pensamientos sobre todo lo sucedido este último año, tanto en las carreras cómo con la hemiparesia. Hoy no puedo fallar.

A las 08:30am suena el pistoletazo de salida, los nervios desaparecen y 12.000 personas iniciamos una carrera de fondo de 42km, cada uno con un motivo, pero todos con una misma meta: la SUPERACIÓN. Los primeros 20km son de disfrute total, vas lleno de energía, el ambiente festivo-deportivo te contagia alegría y te encuentras corriendo en medio de una marea humana; la sensación es “la leche”.

Allí, corriendo, se encuentran entre otros César Díaz, con el que comparto un par de kilómetros hasta que tengo que aflojar porque su ritmo es más fuerte que el mío. César es una de las personas que ha tratado a Naiara, me ha ayudado con mis entrenamientos y se ha convertido en un amigo al que tenemos mucho que agradecer; en ese momento, para mí, César simbolizaba a todos esos médicos y fisioterapeutas que con tanto cariño tratan a Naiara, y también me acuerdo de ellos mientras sigo corriendo.

Jesús Cruz "Choco", un gran amigo que nos ha ayudado mucho durante este tiempo también corre hoy, acompañado desde el público por sus padres, pareja y un par de amigos en común, que nos dan fuerza con sus aplausos durante la carrera, junto con los de Naiara y Bárbara, que aparecen a mitad de carrera para darme esos ánimos que necesito para afrontar los últimos 21km: me paro, las beso, y continúo, y al alejarme oigo que Naiara se queda llorando, no quiere que me vuelva a ir ... recuerdo que me fui pensando: tranquila, que en dos horas te veo y te regalo la medalla que tanto mereces (porque las carreras las hago yo, pero la campeona es ella) … y estando en esos pensamientos me doy cuenta de que solo falta la mitad.

Siento que esos aplausos son los aplausos de toda la gente que nos apoya en "nuestra" carrera de fondo y no ha podido venir hasta Sevilla: familia, amigos, etc., imposible nombrarlos a todos pero sabéis quienes sois y os lo agradecemos, especialmente a mis padres, hermanos, suegra y cuñados que viven muy de cerca nuestra historia. Pensar en toda esa gente, y sobre todo en Naiara, es lo que me da energía extra para no abandonar en el kilómetro 30 cuando las fuerzas flaquean y aparece algún que otro dolor físico. Llevo 2h42m corriendo y aún quedan 12km por delante.

Del kilómetro 32 al 38 se me hace eterno, por culpa del cansancio no consigo tener un ritmo constante ya que a veces "me voy" mentalmente de la carrera para pensar en el pasado, en el cambio que dio nuestra vida un año atrás y aparece alguna que otra lágrima. Me pasa en todas las carreras, cuando peor voy de fuerzas pienso esas cosas, y pienso "que necesidad tengo yo de esto"… pero entonces vuelve Naiara a mi cabeza y recuerdo qué hago aquí: SUPERACIÓN, hay que seguir.

En el kilómetro 34 me pasa un chico mirando la manopla como la miraba casi todo el mundo, pero él me toca la espalda y me hace un gesto de "venga, ánimo". En la parte de atrás de su camiseta puedo leer la frase: "Por los que no pueden correr", que crack, eso me ayuda y motiva; hay mucha gente que, por desgracia, no pueden correr, ni incluso andar, por ellos también hay que hacer un esfuerzo, tengo que llegar hasta el final corriendo.

Llego al km 39, solo faltan tres, pero creo que van a ser los más largos de mi corta experiencia en el running hasta que de repente escucho "¡vamos David!", son Borja y Mariadel, dos "recientes" amigos que viven en Sevilla y que sin esperarlo aparecen cuando más lo necesitaba, me aplauden y sus ánimos me dan ese empujoncito para subir el ritmo hasta el final. Ahora sí lo veía cerca, estaba a punto de conseguirlo.

El último kilómetro es increíble, vas destrozado de piernas pero no puedes parar porque sabes que lo tienes ahí, otra meta conseguida, empiezo a llorar de alegría porque sé que Naiara con su hemiparesia hará lo mismo, esforzarse y conseguir metas que a priori parecerán casi imposibles, como por ejemplo algo tan simple como pedalear en su triciclo, ella lo sigue intentando y algún día lo hará porque "entrena" cada día para ello.

Me dispongo a tomar la rampa de entrada al Estadio Olímpico de la Cartuja y ahí están todos, Jesús, Josefina, Laura, Mónica, Juankar y como no, Naiara y Bárbara. Me vuelvo a parar y entre lágrimas las vuelvo a besar, solo quedan unos metros, una vuelta a la pista del estadio que hago con el brazo en alto, con la manopla a la vista de todos. Miro el cronómetro, 3h 50m 44s, me parece increíble haberlo conseguido en ese tiempo.

Otra meta más por Naiara y por la hemiparesia infantil, y no será ni la última ni la más difícil, porque ella cada día me demuestra que siempre nos podemos superar.

Y éste fue mi maratón, mío y de todos los que corrieron conmigo en mi cabeza. Un símil, salvando las distancias, de nuestra corta experiencia con la hemiparesia: esfuerzo, constancia, momentos buenos, momentos malos, sonrisas, lágrimas, dejarte ayudar y recibir esa ayuda cuando lo necesitas, gente que aparece para ayudarte cuando menos lo esperas pero, sobre todo, que la vida consiste en eso: aunque aparezcan obstáculos, hay que vivir y saborear cada pequeño momento y detalle que te haga feliz.

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