Buenos días familias!
Hace unos meses, os contábamos una maravillosa iniciativa solidaria impulsada por Ana Carmen Navajas con el objetivo de divulgar y recaudar fondos para Hemiweb y CPotencial con su reto 37 sonrisas.
Hoy tenemos el placer de contar con ella para que nos cuente cómo ha sido esta increíble experiencia:
¡Muy buenas a todos! Hace algo más de tres semanas, Dexter y yo (Munkoride) terminamos nuestra ruta por el Reino Unido. Y para cerrar esta aventura vamos a hacer un "breve" resumen y responder a las preguntas más frecuentes que nos han ido haciendo a lo largo del camino.
Como muchos de vosotros ya sabéis, esta ruta ha sido la alternativa del plan que teníamos a principios de Marzo del 2020. Nuestro plan inicial era pedalear por Europa durante 37 semanas para visualizar la hemiparesia infantil y desdramatizar la discapacidad. Nos llevaríamos a nuestra mascota Hemily (grandísima idea de Jorge de Hemiweb), un cangrejo que sería el símbolo de la hemiparesia infantil. Además recopilaríamos 37 sonrisas de familias afectadas por esta lesión neurológica. Y por supuesto, recaudaríamos donativos para las asociaciones Hemiweb y CPotential que hacen un trabajo excepcional para mejorar la calidad de vida de dichas familias.
Este pequeño proyecto lo llamaríamos "37 SONRISAS".
Llegó el día de comenzar nuestro reto, pero llegó acompañado del Coronavirus. Al principio nos pasó lo que a muchos, pensábamos que en unos días podríamos empezar nuestro proyecto. Pero los días, las semanas y los meses fueron pasando y todo apuntaba que éramos nosotros los que teníamos que cambiar nuestros planes y aceptarlo, sino queríamos caer en la frustración por no poder hacer lo que habíamos estado preparando durante más de un año.
Solo teníamos que transformar nuestro plan, entendimos que no teníamos que renunciar a él.
Esperamos nuestro momento y el deseo de realizar el reto nos embarcó en una nueva aventura que muy entusiasmados comenzamos el 12 de Agosto del 2020.
Nuevo plan: pedalearíamos de norte a sur de la Isla Británica, desde John O´Groats a Lands´ End. Es una ruta muy famosa que la mayoría de los ciclistas la hace en línea recta en unas 2 semanas.
Nuestro objetivo no era terminar lo más rápido posible ni tampoco medir cada gramo de nuestro equipaje. Simplemente queríamos disfrutar del camino visitando lugares que estaban en nuestra lista desde hacía mucho tiempo, dejándonos llevar por los consejos de las personas que nos íbamos encontrando por el camino y sobretodo realizar nuestro proyecto 37 sonrisas.
Por supuesto, la aventura no empieza en John o´Groats, empieza en el momento que sales de casa. Para llegar al punto de partida, pedaleamos 114km en un solo día, cogimos un tren nocturno en Londres que nos llevaría a Inverness desde donde nos subimos a otro tren que nos llevaría a Wick. Desde aquí pedalearíamos otros 40km hasta el punto más norte de la isla.
Recorrimos la costa norte de Escocia, disfrutando de sus playas de arena blanca con un inesperado buen tiempo y la paz y tranquilidad que esta zona transmite debido a su escasa población. Desde la costa oeste de Escocia dimos un salto a la isla de Lewis que nos enamoró por sus espectaculares amaneceres y anocheceres, por su naturaleza salvaje y por la historia que la envuelve.
De la isla de Lewis pasamos a la isla de Harris donde disfrutamos de las grandiosas montañas que la forman. Seguimos hacia la isla de Skye que al ser la más cercana a la península, es la más turista con diferencia. El paisaje fue impresionante pero el contraste de tráfico en las carreteras fue abismal. Sobre todo en las proximidades del puente que conecta la isla a la península.
15 días recorriendo el norte de Escocia, las tierras altas de Escocia y las islas del Oeste, haciéndonos amigos hasta de los midges (mosquitos), disfrutando al máximo de la naturaleza salvaje, sacando a nuestra mascota Hemily a pasear.. llegamos a Glasgow. Fue la primera vez en 15 días que dormíamos en una cama y sin preocuparnos de la lluvia, tormentas, midges o cualquier otra cosa que se te pasa por la cabeza cuando haces acampada libre y en solitario.
Glasgow nos dió una buena bienvenida. Cenamos con un grupo de amigos que conocimos en la costa norte de Escocia, aprovechamos para descansar, secar todo el equipo y lavar la ropa en lavadora. Salimos a explorar la ciudad pero el contraste de estar tanto tiempo perdidos en la naturaleza con el ruido de la ciudad... Hizo que no nos detuvieramos lo suficiente en visitarla (apenas una hora) y siguiéramos nuestro camino hacia Edimburgo.
A partir de Glasgow ya había más civilización, más pueblos y ciudades, industria.. habíamos dejado atrás la naturaleza salvaje de Escocia. Entre carriles bici y canales llegamos a Edimburgo. Fue la primera vez que pedaleamos tantos kilómetros sin cuestas del 20%. Sin lugar a dudas.. ¡un respiro para las piernas!
La entrada a Edimburgo nos sorprendió con una pareja inglesa que habían salido a dar una vuelta en su tándem eléctrico y tras una agradable conversación nos cantaron una canción que ellos mismos se habían inventado mientras hacían el Camino de Santiago mezclando los dos idiomas, español e inglés.
Y es que el camino no nos dejaba de sorprender. Lo más motivante para seguir nuestro camino era la incertidumbre del ¿qué nos pasará en el próximo kilómetro? ¡descubrir a quién nos íbamos a encontrar y qué íbamos a aprender de ellos! Algo que encontramos súper enriquecedor.
Más de una persona nos preguntó si no nos sentíamos solos después de tanto tiempo solos en la bici. Y la verdad es que hemos viajado tan despacio que nos daba tiempo a interactuar con muchas personas, animales y naturaleza. Gente maravillosa por el camino que nos paraban y preguntaban, se interesaban por lo que estábamos haciendo, en ocasiones tenían conocidos o familiares afectados por la hemiparesia, nos ofrecían lo que tenían tanto si era un plátano como donativos para la causa.
Nos dimos cuenta que todavía queda gente humana y solidaria que no tiene en cuenta tu procedencia, escala social o sexo. Sin lugar a duda estas personas hicieron que esta aventura dejara una enorme huella en nosotros.
Recorrimos la costa Este, famosa por sus playas, dunas y castillos. Acompañados por la lluvia llegamos a Newcastle donde nos acogió una bondadosa familia, amiga de amigas.. Recuperamos energías bajo techo por una noche que nos sirvió para enfrentarnos al famoso camino de Adrian (Hadrian´s Wall). Una muralla construida por el imperio romano a cargo del emperador Adrian que sirvió como frontera durante unos 300 años.
Lamentablemente no vimos mucha muralla, mayormente porque no quedan muchos restos y los pocos que quedaban los habían convertido en un atractivo turístico. Lo que más nos gustó fue el paisaje ondulado que atravesamos y con viento en contra constantemente llegamos al distrito de los lagos. Un paraje natural que lo forma lagos y montañas, uno de los lugares a destacar en esta ruta. Ya no solo por el paisaje sino porque perdimos una rueda del carrito bajando una cuesta. Lo que recuerdo es que íbamos a unos 52km/h, parecíamos un autobús. Empecé a oler a metal fundido, miro hacia atrás y Dexter estaba de medio lado.. ¡Habíamos perdido una rueda!
De nuevo la caridad humana de una pareja que paró el coche a preguntarnos que qué hacíamos bajo la lluvia andando a lo largo de la carretera en ropa de ciclista. Estuvimos buscando la rueda juntos pero no apareció.. pero ellos fueron nuestros ángeles de la guarda ya que llevaron a Dexter y al carrito a la zona de acampada más cercana al que llegaría yo pedaleando y esperaríamos 2 noches a que nos llegara una rueda para poder continuar con nuestro viaje.
Después de haber ido 3 veces de costa a costa, llegó el momento de emprender nuestro camino hacia el sur e intentar hacerlo lo más recto posible ya que íbamos a contrarreloj. No porque nosotros queríamos terminar lo antes posible sino porque la situación del Coronavirus empezaba a empeorar. Sobre todo lo notamos cuando atravesamos Manchester que se encontraba vacío, ni una persona por la calle.
Nuestras piernas tomaron un respiro cuando atravesamos el centro de Inglaterra ya que utilizamos los canales para desplazarnos hacia el sur. Aunque hacíamos más kilómetros rodeando las montañas siguiendo los canales, nos libramos de unas cuantas subidas que nuestras piernas agradecieron.
Atravesamos pueblos preciosos y una vez más encontramos gente super acogedora. No podría nombrarlos a todos en menos de 3 páginas... pero queda destacar a la adorable señora que nos invitó a comer en un mercadillo de Garstang a la misma vez que hacía publicidad de nuestra campaña entre los habitantes del pueblo.
Aunque sabíamos que corríamos el riesgo de tener que coger un tren de vuelta a casa por las restricciones que estaban afectando al país. No paramos de disfrutar en ningún momento y no dejamos escapar situaciones que nos sumaran. Esto nos llevó a conocer a una comunidad maravillosa en Frampton an Severn. Que nos acogió durante una noche, haciéndonos de guías turísticos y con los que pudimos compartir risas y anécdotas durante la cena.
Siguiendo más hacia el sur llegamos a Bristol. Y como todas las ciudades grandes mi plan era atravesarlas lo más rápido posible para evitar el peligroso tráfico de las ciudades y volver a la tranquilidad del campo. Pero Bristol.. ¡nos atrapó! Necesitábamos echarle un ojo al mapa por lo que paramos en una cafetería del centro de Bristol. Después de estar hablando media hora con un señor nos dimos cuenta de que era el dueño de la cafetería, el que voluntariamente nos quería buscar una casa para pasar la noche. Puso un anuncio en sus redes sociales pero minutos más tarde una chica nos paró por la calle y.. ¡nos ofreció una habitación en su casa para pasar la noche! No nos podíamos creer lo humilde y caritativa que la gente era en Bristol.
Nuestro próximo destino sería llegar a Barnstaple y visitar a la familia de Dexter por primera vez. Ya que Dexter es un perro de acogida, no sabía sus orígenes y sentía curiosidad por descubrirlos.
Interesante reencuentro con la madre y hermanos de Dexter. Los ladridos de los primeros momentos no sabía si eran de alegría o reproche.. Pero más adelante jugarían juntos en el parque y se darían un baño en el río. Fue una experiencia única ver a tanto loco Kelpie Australiano junto.
Ya estábamos llegando a la recta final. Nos quedaban 5 días para terminar esta aventura cuando Steph se unió a acompañarnos en su patinete. Ahora sí que parecíamos que nos habíamos escapado de un circo.. un perro, una bici cargada hasta los topes, un patinete y dos chicas..
El mejor equipo para enfrentarnos a las últimas montañas situadas en el sur de Inglaterra, Cornwall. Tobogán tras tobogán nos desplazamos despacio hacia el sur. Aquí tuvimos la pendiente más pronunciada de la ruta, 30% de desnivel.. empujar la bici hacia arriba y.. en el momento de bajar.. recordé que solo tenía un freno! La adrenalina se me salía de las orejas!
A dos noches del final, pudimos descansar y secar todo en casa de la hermana de Steph. Un gran lujo que se aprecia infinitamente después de haber luchado contra las cuestas de Cornwall acompañadas de la lluvia.
Pusimos a punto la bici, freno nuevo y un par nuevo de ruedas para el carrito. Ya llevábamos 19 ruedas gastadas.. sin duda algo que replantear para la siguiente ruta. Fue una odisea poder encontrar neumáticos de calidad por el camino, por lo que terminé comprandolos por internet y enviándolos a diferentes puntos a lo largo del recorrido.
Preparados para el último empujón. Los toboganes seguían a lo largo de nuestro camino, pudimos tener un poco de tregua en cuanto llegamos a la costa que seguiríamos hasta el punto final, Land´s End.
La última milla serpenteaba por un carril bici sin asfaltar a lo largo de los acantilados, desde donde podíamos ver a los surfistas en el agua, gente paseando, caravanas descansando a la orilla del mar.. Por mi cabeza pasaron un millón de imágenes, situaciones, experiencias y sentimientos que había experimentado durante los 45 días que había durado la ruta.
No me podía creer que terminaríamos en unos metros, era el anticlimax. Fue el instante más indeciso hasta el momento, algo estaba pasando que hacía que estuviera saliendo de mi zona de confort ¿qué pasará cuando termine?
Ya veíamos la señal que marcaría el final. Yo no sabía qué hacer o cómo sentirme. Lo único que quería era pedalear hacia atrás. No estaba preparada para terminar..
La felicidad verdadera la habíamos encontrado en el día a día procedentes de pequeñas acciones y situaciones.. sobretodo de hacer sonreír a la gente que nos encontrábamos por el camino, de ser la inspiración para algunos y de romper barreras mentales de otros.
Todo esto nos llenaba de satisfacción y nos daba una energía frenética para seguir. Estábamos haciendo una actividad que nos apasiona y solo el hecho de compartirlo nos hacía feliz.
Durante algo más de 6 semanas viviendo en nuestra bici, habíamos maximizado ese poder ancestral que nos aleja de los estímulos modernos. Logrando esa satisfacción verdadera y duradera de la cultura antigua. Convirtiendo el miedo en prudencia, enfrentándonos a situaciones incómodas que nos habían beneficiado para crecer como persona y valorar en algunos aspectos la vida moderna. Ejemplos son vivir sin agua corriente o buscar un rincón a salvo en la naturaleza para pasar la noche.
Unas fotos y unos abrazos en Lands End marcarían el final de la ruta.
Comenzamos nuestro camino de retirada y fue entonces cuando entendí que la ruta había terminado pero que.. ¡la aventura acababa de comenzar!
Nuestro proyecto de las 37 sonrisas en el que recorreríamos Europa en bici a favor de la Hemiparesia infantil llegando al polo norte todavía sigue en pie. Esperamos realizarlo la primavera del año que viene. Tal vez tengamos que modificarlo y adaptarlo a la situación del momento. Por eso no vamos a cerrarnos puertas sino adaptarlas y poder realizar de esta forma nuestro sueño.
Por último agradecer a todas las personas que se han volcado con la causa y nos han ayudado y abierto sus puertas tanto durante el camino como por las redes sociales.
A todos y cada uno de vosotros mil gracias!
Pd: dejamos el reto abierto en mi grano de arena hasta que sepamos qué pasará la primavera del año que viene. Le podéis echar un ojo haciendo clic en el siguiente enlace https://www.migranodearena.org/reto/37-sonrisas
Muchísimas gracias a Ana y Dexter por hacernos partícipes de este reto y ayudarnos a visibilizar la hemiparesia infantil allí donde la bici los llevaba. También queremos agradecer a todas las personas que han colaborado con esta aventura y la recaudación de fondos.
Esperamos que la próxima primavera Munkoride pueda realizar el reto original de 37 Sonrisas tal y como estaba planeado.
¡Seguimos nadando...y pedaleando!
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